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12/7/25

La delicadeza de las palabras II



Tener capacidad para escuchar, es algo tan necesario y tan vital en nuestra sociedad, que cuando se escucha algo que no nos agrada, podemos tener varias conductas:
  • Una, es aceptar las palabras y comprender lo que nos dicen
  • Otra, es aceptar las palabras y callarnos, madurando los comentarios
  • También es escuchar las palabras, y justificarse
  • Además, podemos escuchar las palabras y arremeter contra la persona que nos las ha dicho
  • También es escucharlas, quedarse cabizbajo, y obcecarte en el contenido de lo que dicen, sin preocuparte si lo hacen para enseñar, curarte o guiarte hacia lo que es más correcto para uno o para tu día a día...
Todo esto viene porque hace bien poco, en una conversación, hubieron una serie de comentarios, que no fueron nada agradables para la persona a la que iban dirigidos. Las palabras no eran flechas envenenadas, sino, agujas de acupuntura que intentaban curar lo que le comentaban. Pero lo cierto es que, la persona no tuvo la reacción más acertada.

De todo el listado enumerado arriba, la última opción fue la tomada por la susodicha persona. He de decir que saber escuchar y aceptar las palabras puntiagudas, es complejo, porque aún es hoy el día en el que hasta a mí me cuesta darme cuenta de que las palabras afiladas suelen venir para advertirme de cosas y no para punzarme por dentro.

Sólo hay que hacer un par de cosas: escuchar y comprender. La dificultad de éstas, es diferente para cada cuál. Pero se tratan de dificultades fácilmente superables.

Sólo hay que entrenarse.

1 comentario:

khaarl dijo...

Tengo la teoría de que nada en la vida es tan difícil como usualmente creemos. Escuchar NO es difícil, así como tampoco creo que sea difícil asimilar lo que no es familiar a nuestro entendimiento: hablemos de palabras puntiagudas, o de gran diametro.

Hay, símplemente, que poner en práctica esa psicología que todos tenemos y que poco usamos. Ya está bien, ¿no?